martes, 6 de noviembre de 2012

Enhorabuena al colectivo LGTB

Después de siete años de angustia e indefinición legal gracias al recurso interpuesto por Rajoy contra la ley de matrimonio de gays y lesbianas, hoy respira el colectivo LGTB de nuevo el aire de libertad que estos homosexuales encubiertos les habían secuestrado durante estos años. 
Para estos fascistas homófobos es más grave que se quieran dos personas del mismo sexo que un cura pederasta se folle a sesenta niños o que un Papa no condene las prácticas pedófilas de sus prelados.
Hoy el Tribunal Constitucional le ha metido la polla a Rajoy. Y no una polla cualquiera, sino un buen pollón.
Fdo.: José Antonio Segura Velasco

viernes, 2 de noviembre de 2012

Aníbal Cáceres, Luces urbanas.

Por Jhonny Segura.

































Este joven fotógrafo y amigo comenzó su carrera buscando y experimentando con su máquina toda suerte de tomas y enfoques que van de lo marginal al detalle preciosista. Sus fotos que empezaron siendo aparentemente simples  y esquemáticas han evolucionado a un grado de madurez técnica y temática que dejan con la boca abierta a otros compañeros de profesión, con muchos mejores recursos que él. El hilo conductor de su fotografía, más allá del mundo skate, del Tatoo o de la tribu urbana, es una sencilla necesidad de mostrar la vida que se esconde en los reductos de la intimidad de las relaciones humanas,  en cosas para las que los demás tenemos una tupida ceguera. Vaya desde aquí mi felicitación por su trabajo y los mejores augurios para que un día esta afición termine siendo su medio de expresión y de vida. Suerte amigo.
Artemidoro 
El optimista es un ser escaso, casi extinguido, una rara avis que bien, o no se entera de cómo anda el mercado de ideas y la subasta de desahucios, o va puesto de benzodiazepinas. El optimista gasta una media del veinte por ciento más de energía que el ataráxico o el impertubable o el senero o no digamos el idiota. Pero en su loa ha de advertirse que nada tiene que ver con el estulto o el gilipollas, ni siquiera con el miserable o mezquino. Lo suyo es un don que a toda costa procura subyugar a su antípoda, el pesimista, quien cree que se ha venido al mundo para padecer los efectos de la culpa judeocristiana o calvinista.
    Mi vecino Artemidoro sale todos los días del portal de su casa sin arrugar el visaje, sin trabajo, sin recursos ni para tabaco, su caos económico es tan antiguo como la invención de la piedra, y sus hábitos tan rudimentarios que sabe hacer gratis todas las cosas: caminar, fumar, beberse el vino de las bodegas y querer a su mujer a pesar de la rutina que corroe todos los rincones de lo verdadero y lo sincero. La única cosa que no pueden robarle es  la oquedad de sus bolsillos, ni el dinero de su cuenta, ni la dignidad que le da su pobreza y su único futuro que consiste en mirarse al espejo y reírse del otro.